«¿Y eso?» –se pregunta Delibes, al arranque del libro, refiriéndose al título–. «¿Por qué considera usted que es el último? La respuesta es de pata de banco: porque la perdiz silvestre está cada día más recia y, por contra, el que suscribe, dentro ya del tobogán, va para abajo y ni sus reflejos, ni sus piernas, ni sus bofes, son los de ayer […]». Pero «cuando el viejo cazador habla de su `último coto´ no se refiere solamente a su decadencia física, a su progresiva decrepitud, sino también a esta gradual desaparición de la naturaleza y a su sustitución por unas tierras peinadas y acicaladas, cada día menos propicias a la ocultación y a la sorpresa».
«El último coto», último libro propiamente cinegético de Miguel Delibes, vuelve a registrar sus cazatas de los años 1986 a 1991, pero también su cada vez mayor preocupación por el deterioro de la naturaleza y por las especies que desaparecen. En las últimas líneas de esta obra Delibes se despide así de su inseparable, durante tantos años, perdiz roja: «El último coto ha cumplido su misión y yo me descubro ante esa valiente patirroja de ladera que tantas satisfacciones me deparó a lo largo de sesenta años de ejercicio cinegético».