Intervención de doña Elisa Delibes de Castro, presidenta de la Fundación

Buenos días, Altezas, Excmas. e Ilmas. autoridades y amigos:

Quiero agradecer a todos su asistencia a este acto de presentación oficial de la Fundación Miguel Delibes, que tengo el honor de presidir. Lo hacemos, además, el día en que el escritor hubiera cumplido 91 años y en este auditorio que lleva su nombre, lo que parece indicar que mi padre sí ha sido profeta en su tierra.

El nacimiento de una Fundación no es tarea sencilla, más si lo hace en un momento económico difícil para todos, por eso valoramos que la Junta, el Ayuntamiento, la Diputación, la Universidad; las empresas Iberdrola, El Norte de Castilla, Collosa, Ediciones Destino o amigos como nuestro secretario, D. Emilio de Palacios, y D. Fernando Tejerina hayan querido formar parte de su patronato junto con nosotros, los siete hijos del escritor. Creo que mi padre se hubiera sentido satisfecho con la composición de este patronato pues de algún modo representa gran parte de lo que dio sentido a su vida y a su obra: la familia, los amigos, Valladolid, Castilla, su periódico, su editorial, su universidad.

Asimismo, nos ha alentado la generosa respuesta de las personas que van a intervenir en este acto: Su Alteza Real el Príncipe de Asturias, el Presidente de la Junta de Castilla y León, el Alcalde de Valladolid y el Secretario de Estado de Educación. Igualmente agradezco de corazón la presencia del Director de la Real Academia, el profesor José Manuel Blecua, y la de nuestro paisano Joaquín Díaz, ya que todos ellos han hecho lo imposible por acompañarnos. No puedo tampoco dejar de agradecer la amistad y el compromiso de la presentadora Pepa Fernández.

Es cierto que casi todos ellos, patronos y oradores, eran amigos de Miguel Delibes, pero quiero creer que su apoyo no sólo obedece a esto, sino también a que consideran importantes los objetivos que esta Fundación persigue, que no son otros que la recopilación y custodia del legado del escritor: los manuscritos, las cartas, su biblioteca, sus enseres más personales, pero sobre todo la difusión de la obra narrativa y periodística y el fomento de los valores que hizo suyos y defendió Miguel Delibes: el humanismo cristiano, la libertad, la justicia social, la solidaridad, el periodismo responsable, la conservación de la naturaleza o la defensa del mundo rural.

Como primer paso en su andadura, la Fundación Miguel Delibes, aprovechando este solemne acto de inauguración, desea agradecer a toda la sociedad las múltiples manifestaciones de cariño y homenaje hacia la figura y obra del escritor que, de muy distintas formas, se han venido prodigando en toda España, y también fuera de ella, tras su muerte el pasado año.

En mayo de 1975, mi padre, incurablemente herido tras la reciente muerte de mi madre, leyó su discurso de entrada en la Real Academia Española y decía textualmente: “Mi presencia aquí esta tarde no pasaría de ser un acto gratuito y carente de sentido si no estuviera convencido de que al leer este discurso me estoy plegando a uno de sus más fervientes deseos (refiriéndose a mi madre) y en consecuencia, ella, ahora, en algún lugar y de alguna manera, aplaude esta decisión mía”.

A nosotros, a sus hijos, ahora nos pasa lo mismo y si nos hemos atrevido a dar vida a esta Fundación a pesar de nuestras limitaciones y de los esfuerzos que conlleva es, desde luego, porque nos hemos sentido muy arropados, pero por encima de todo porque pensamos que él, desde algún lugar y de alguna manera, aplaude esta decisión nuestra.

Muchas gracias.